Existen dos señales fundamentales que nos indican que nuestro hogar nos hace felices. “La primera, la sensación que experimentamos cuando entramos en él. Cuando accedemos a nuestra casa, nuestro cerebro traduce los estímulos que recibe en una emoción. Si tras varias horas fuera de casa, traspasamos el umbral de la puerta y experimentamos una emoción positiva, es un estupendo indicador de que nuestra casa es un hogar vitamina, un hogar que nos hace felices”.
El segundo indicador, “lo encontramos cuando estamos en ella, y es nuestro nivel de energía”. Podemos encontrar tres tipos: nocivos, neutros y vitamina. “Los primeros son aquellos en los que sentimos que no tenemos ganas de nada, que nos ponen de mal humor, que incluso nos roban la energía. En los segundos, tenemos unos niveles normales, y no nos despiertan grandes emociones. Y en el último, tenemos unos niveles de energía altos, estamos motivados y tenemos más predisposición para realizar aquellas actividades que nos interesan y nos ponen contentos”.
Si tu casa no te produce emociones positivas al entrar y, cuando estás en ella te sientes sin ganas de nada e incluso de mal humor, está claro que tu hogar no te hace feliz.